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viernes, 26 de julio de 2013

Embajadores de la amistad en Nueva Zelanda

El 20 de Julio de 1969, el hombre llegaba a la luna y el planeta entero estaba pendiente de este logro, y fue el momento en el que un odontólogo argentino sintió la fraternidad entre todas las naciones deseándole suerte a los tres astronautas en su aventura. Por ello, decidió escribir unas casi mil cartas a distintas entidades oficiales para poder proponer al 20 de Julio como el día internacional de la amistad.

Tuvo buena respuesta y a los pocos años en Argentina se le había puesto un marco legal a esta celebración que tan popular es en nuestro país hoy en día. 

La luna sigue ahí, y brillaba sobre la noche de sábado 20 de Julio en Wellington; a casi 10.000kms de casa, pero eso no detuvo a esta costumbre argentina.

Imagino que si hubiese estado en Buenos Aires, hubiese pasado los últimos días buscando algún bar o restaurante para juntarse a comer todos, reírse un poco de algo o de nosotros mismos. Hablar de fútbol.
Acordarse de alguna pavada o pensando en hacer algo todos juntos a futuro. 
Pero este año elegí venir a pasar una experiencia distinta en otro país, lejos de mis círculos más cercanos y renunciando a estos momentos que uno no sabe valorar hasta que está del otro lado de la vereda.

Y yo estoy viviendo en Wellington ya hace más de un mes, ya tengo mi cuarto en un hotel donde estoy viviendo, conseguí un trabajo que me gusta bastante y aparte puedo hacer deporte jugando para un equipo del fútbol amateur.

Cuando llegué a Nueva Zelanda sólo conocía a tres personas y eso era todo.
Pero me dí cuenta que acá la mentalidad es muy distinta, siento que la amistad acá fluye como agua desde una canilla. Se siente que en cada reunión con desconocidos, se convierten en reuniones con amigos y que inmediatamente hasta parece que nos conociéramos de toda la vida.

Lo mismo pasó con los chicos con los que nos fuimos a vivir a la Kiwi Shack ni bien llegamos a NZ.
Eramos 11 desconocidos en un aeropuerto, pero teníamos un objetivo común y la fraternidad entre todos para que todos cumplamos ese objetivo se vió y se sigue viendo hoy en día. Como la historia del odontólogo y los astronautas. Estamos todos separados pero estamos en contacto todo el tiempo. 

De pasajeros de un avión a amigos en 2 meses


La distancia parece no ser rival para la amistad; y la Embajada Argentina en Wellington lo supo demostrar extendiendo una invitación a toda la comunidad argentina residente en dicha ciudad.
La misma queda en Karori un suburbio a unos 15 minutos en auto desde el centro. Pero con Leandro decidimos caminar hacia allá arriba y tardamos una hora. No teníamos auto y el plan de ahorro está firme de momento.
Cuando llegamos vimos la bandera con nuestros colores patrios en la entrada del edificio y por un instante al ver eso tuve esa sensación de que estaba mucho más cerca de casa.

La Embajada deleitó a la comunidad con un despliegue de iconos de la gastronomía argentina como las empanadas de carne de las cuales no probaba bocado desde nuestro despegue por el mes de Marzo, y también había vino argentino como para no dejar de ensalsar esta combinación de sabores patrios.


Alejandra posando para el Canal Gourmet

El Sr Embajador haciendo unos anuncios ante los asistentes

Gran cantidad de público pasándola bien. Jorge estaba de Patovica.

El living de la embajada fue la pista de baile más entrada la noche

Día del amigo en la Embajada Argentina


Mientras nos hacíamos familiares con el entorno encontramos a varios argentinos que también estaban en la ciudad; como Alejandra, Andrea, Jorge y Chalo.
Después pude reconocer a Emilio, que me enteré que trabaja para la embajada, pero lo había visto tocando el acordeón en una banda latina los martes a la noche.
También conocí a otros personajes que empezaron siendo desconocidos pero con el correr de los minutos parecía que nos conociéramos de toda la vida.

Más tarde, un campeonato de truco para recordar las sobremesas de nuestros pagos mientras pasaban a ofrecernos lo que sería un postre vigilante de queso fresco y dulce de batata. Increíble. 
En el truco no nos fué muy bien, quedamos eliminados en la primera ronda, pero lo importante es competir. 

Comenzó el Truco. Chalo se peina para la foto. El Embajador fiscaliza.

Impecable la hospitalidad en la Embajada.


Luego pasamos al sector bailable de la embajada donde la banda de turno que también tocan en las fiestas latinas y sonó desde cumbia y cuarteto hasta un tango y una chacarera.
Estas son algunas fotos de la banda que oficia en Meow, el boliche de Wellington donde los martes hay eventos latinos.

La banda ya musicalizaba la noche del amigo.

Las chicas que se animaban al cuarteto. 
Escuchar un tango en Nueva Zelanda no es algo que se ve todos los días.


Empezaban a despedirse los asistentes, y los que vinieron sin auto conseguían nuevos amigos que ofrecían acercarlos y esa caminata de una hora terminó siendo un viaje de 10 minutos nada más.

La amistad no repara en lejanías, y eso lo pudimos comprobar estando del otro lado del globo.
Quiero saludar a mis amigos en Argentina con los que no pude festejar, pero que sepan que no faltará oportunidad y queremos aprovechar para agradecerle a la Srta Belén Adán de la Embajada Argentina en Wellington por extendernos la invitación, y agradecer la hospitalidad y el buen humor de los anfitriones de la noche.
Muchas gracias y hasta pronto, amigos!

El Embajador y la bandera argentina cerraron la noche. Muchas gracias.

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